Retrato realizado por Joseph Karl Stieler en 1820. |
Por aquello de que la música
amansa el espíritu, estaba ayer, escuchando música clásica que evocase a
este tibio mes de septiembre. Gozaba oyendo la Sonata para violín nº 5 en fa
mayor, Opus 24, de Beethoven. La publicó en 1801 y se la dedicó al conde Moritz von Fries. Os dejo aquí el
enlace por si os apetece escucharla, dura casi media hora, pero es un verdadero
regalo: https://www.yotube.com/watch?v= x4YR0IXlny8 Siempre me ha fascinado la música de Beethoven. Ludwig van Beethoven, el gran
músico alemán, nació el 16 de diciembre de 1770 en Bonn. Fue a su padre,
que era director de orquesta, a quién se le metió en la cabeza que estudiase
música, y se lo impuso desde que era un niño, porque captó las aptitudes que
tenía. A los siete años tuvo su primera actuación en público, a los 12 años, publicó
su primera composición, y ya estaba como asistente de Christian Gottlob Neefe, quíen a su vez, era desde 1782 organista de la corte del príncipe elector Maximiliano
Federico von Königsegg-Rothenfels, arzobispo de Colonia, y Münster. Con él aprendió
mucho. Pero el pequeño Ludwig no era feliz. Era tal la presión que su padre ejercía sobre él, que
el niño sentía que no tenía infancia. Además su padre, estaba alcoholizado y su
madre padecía tuberculosis. Indudablemente, no tuvo una infancia que pudiera ser calificada como dichosa.
Pero lo que me interesa aquí, no es tanto exaltar su semblanza biográfica, sino más bien, resaltar como, una persona
que llegó a sufrir tanto como Ludwig van Beethoven, consiguió dejar tan
extraordinario legado musical, no sóloo su precocidad, ni su
virtuosismo, sino por la belleza y el sentimiento que expresa su obra.
Y es que una vez más se
demuestra que el dolor y el sufrimiento, pueden despertar los estímulos de la
sensibilidad más profunda del ser humano, siempre y cuando, éste, tenga las
aptitudes y la decisión de querer desarrollarlas más allá, si cabe, de sus
propias fuerzas.
Casa natal de Beethoven en Bonn |
En 1787, Beethoven se fue a
estudiar a Viena, gracias a que el conde Ferdinand von Waldstein, absolutamente
convencido de su valía, se convirtió en su benefactor, porque para entonces, su padre, a causa
del alcoholismo, ya había perdido su trabajo. Pero,
enseguida, su madre cayó enferma, y tuvo que regresar a Bonn. Cuando ella
murió, en noviembre de 1792, él, regresó a Viena para estudiar con Joseph
Haydn. Mientras estudiaba, vivía y mantenía a sus hermanos dando conciertos,
enseñando piano y vendiendo sus composiciones, porque para entonces, su padre
también había fallecido.
Muy pronto su vida se vio
inmersa en varias enfermedades y en las crisis psicológicas que estas que éstas
le provocaban. Los síntomas de su conocida sordera comenzaron cuando todavía
joven, existen testimonios de cartas a algunos amigos fechadas en 1801 y 1802,
en las que ya muestra auténtica angustia por el problema. En ellas destacan
frases como éstas:
“…Qué triste es lo que me tocó, debo evitar
todas las cosas que me son queridas…”
“…Debes saber que mi facultad más alta, mi
oído, se ha visto grandemente deteriorada…”
“...Te suplico que mantengas un profundo
secreto acerca del asunto de mi sordera, no lo confíes a nadie, no importa a
quien…”
“...Por supuesto que estoy resuelto a
elevarme por sobre cualquier obstáculo, pero como será eso posible…?”
Firma de Ludwig van Beethoven |
Primero, comenzó a perder la
capacidad de oír bien los sonidos agudos, por eso a medida que se quedaba más
sordo, aumentaba el uso de las notas bajas y medias. Poco a poco, acabó
utilizando una serie de trompetillas, antes de llegar a la sordera total.
Parece ser, que “Beethoven podía componer sobre el papel e imaginar las notas,
escucharlas en su cabeza”.
Diversos útiles fabricados intentando que Beethoven pudiese oír mejor |
La obra, la personalidad y las
enfermedades de Beethoven, han sido muy estudiadas. Investigadores holandeses,
aseguran que conforme avanzaba la pérdida de audición, de forma paralela,
evolucionaban sus partituras.
Pero además, sufrió toda una
serie de problemas físicos serios, hepatitis, cirrosis, inflamaciones
intestinales, sífilis, llegando a tener los huesos y los riñones cada vez más
débiles… No hay que ser muy listo como para adivinar que muchas de ellas están
vinculadas a una vida "bastante libertina, o licenciosa", por expresarlo de una
forma delicada. Parece ser, que además del alcohol y su ajetreada vida sexual,
tenía un mal genio que lo hacía realmente insoportable.
A su muerte, achacada a una
pulmonía, el posterior análisis de sus cabellos detectó una cantidad de plomo imposible
de poder ser tolerada por cualquier persona. Al parecer, esto se debió a que en
aquella época, el exceso de mucosidad que provocaba la pulmonía, se trataba con
sales de plomo… Falleció el 26 de marzo de 1827 en Viena. Por aquel entonces
hacía mucho que ya no podía dirigir en público a causa de su sordera y que se
comunicaba con su entorno por medio de un cuaderno.
Partitura dedicada a Antoine von Brentano |
Pero además tampoco fue afortunado en el terreno amoroso. Parece ser que entre las diversas relaciones que mantuvo, existió una bastante especial, con Antoine von Birkenstock, casada con Franz Brentano, uno de sus amigos, pero que termino en ruptura, y éste hecho lo sumió en una profunda tristeza. También se enamoró de sus primas, las hermanas Josephine y Therese de Brunswick. En 1801, con treinta años, ya completamente sordo, conoció a Giulietta Guicciardi, que tenía 16. A ella le dedicó la bellísima Sonata “Quasi una fantasia” más conocida como “Claro del Luna”. Pero no termina aquí, hacia 1810 vuelve a enamorarse, esta vez, de Teresa Malfatti, con la que llegó a pensar en contraer matrimonio, y en 1811 anduvo rondando a la famosa y al parecer, bellísima cantante, Amelia Sebald, que acabaría casándose con un consejero de Estado. Tuvo muchos más amores, pero ninguno llegó a buen fin. Fue rechazado en todas y cada una de las propuestas de matrimonio que realizo. Al parecer, siempre lo intentaba con mujeres que estaban muy por encima de lo que él podía ofrecer económicamente...
Al final murió soltero y sin
descendencia humana, y lo expreso así, porque sin embargo, legó para la posteridad a la humanidad, una maravillosa herencia musical que lo ha mantenido vivo
hasta la fecha.
Por cierto os pongo al final, otro enlace con You Tube, para quiera disfrutar la Sonata “Claro del Luna”. Está interpretada
nada más y mana menos que por Daniel Barenboim, dura 16,49 minutos, a pesar de
ser una de las más conocidas, es una verdadera delicia, sobre todo si se la
escucha completa.
Tumba de Beethoven en el cementerio de Viena |
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