TEMPUS FUGIT

Igual que nuestros antepasados se reunían y contaban historias, avatares cotidianos, "sucedidos", les llamaban... o aquellas cuestiones que les interesaban, me apetece utilizar este soporte contemporáneo, para hacer más o menos lo mismo. Y es que en el fondo muchas de las ansias de los seres humanos siguen siendo las mismas: amar, comunicar, tener cubiertas sus necesidades básicas... Y en medio de todo eso, el eterno dilema entre Ética y Estética para conseguir seguir adelante... para VIVIR.

jueves, 1 de septiembre de 2016

AGOSTO DE 1995 IN MEMORIAM


De izda a dcha. Lorenzo Ortas, Pepe Garcés, Manuel Ansón, Javier Escartín y Javier Olivar .Delante, sentados, Manolo Avellanas y Lorenzo Ortiz,




"Quien siente la montaña no necesita explicaciones y mientras existan paredes, agujas y aristas, habrá quien las escale, disfrutando de lo que hace, aunque no comprenda exactamente el por qué"

Josep Manuel Anglada


En ocasiones los recuerdos nos traicionan, en otras, se mantienen tan claros, tan nítidos, como si las circunstancias acabasen de ser vividas. Era el año 1995

Lo recuerdo, sobre sobre todo por mi amistad con Pepe Garcés y Manolo Avellanas, a Lorenzo Ortas, lo conocía desde que éramos unos críos, como a Javier Escartín, que tenía un niño pequeño que era la niña de sus ojos.  Los preparativos para la expedición se habían vivido intensamente en los círculos más cercanos.

El grupo, de la expedición aragonesa de los clubes Peña Guara y Montañeros de Aragón que intentaban la ascensión del K2 por la ruta Cessen, estaba formado por Pepe Garcés, Javier Escartín, Lorenzo Ortas, Lorenzo Ortiz, Javier Olivar, Manuel Ansón y como médico, Manuel Avellanas. Habían partido hacia Pakistán durante la segunda semana de junio. La entrega de enseñas en las Instituciones. Las despedidas…

Y de repente, en plenas fiestas de S. Lorenzo el mazazo. El día 13 de agosto, domingo, llegaba a Huesca la noticia de que un alud, había sepultado a 8.611 mts, a varios de los componentes de la expedición. La desorientación fue total.

Hubo un espacio de tiempo en el que las autoridades de Pakistan tardaron en facilitar los nombres de los fallecidos, tiempo en el que la tensión entre los familiares y todo aquel que tenía alguna relación, o por mera empatía, se hizo eterno. Se sabía que había cinco o seis muertos, y la inquietud era terrible. Más tarde se supo que había seis muertos, pero quienes…?

Y al fin se conocieron los infortunados nombres: Javier Escartín, Lorenzo Ortiz y Javier Olivar además de la escocesa Alison Hargreaves, el estadounidense Rob Slater y el neozelandés Bruce Grant. 

Ninguno de ellos era precisamente un novato: Javier Escartín, de 44 años, estaba casado y era padre de cuatro hijos, ya había sido el jefe de la expedición de Peña Guara que en 1991 conquistó el Everest. Javier Olivar, también casado, era el guarda del refugio de Góriz, y Lorenzo Ortiz soltero había sido galardonado con el Piolet de Oro en 1993 por su ascensión al Cristal de Roca, además también había ascendido el Narga Parbat. 


El K2




















Javier Escartín tenia 44 años, Javier Olivar 38 y Lorenzo Ortiz 24. Lo ocurrido fué justo después de culminar la cima, cuando se vieron sorprendidos por una tormenta de hielo con un viento de más de 150 km. por hora en la vertiente SE de la montaña. Habían hecho otros intentos, pero la climatología no acompañaba. De hecho Pepe Garcés, abandonó por cansancio, y síntomas de congelación a unos mil metros de la cima, y Lorenzo Ortas, se había bajado antes al sentir molestias en las piernas.

En Huesca, Manolo Bara y toda la gente de Peña Guara no paraban de hacer todas las gestiones posibles. Ni siquiera en Skardu, la última población del Karakorum, antes de adentrarse en el glaciar camino del K-2. podían informarles de lo ocurrido, según iba transmitiéndonos el propio  Manolo Bara.  Allí, no sabían nada de lo ocurrido en la montaña. Se organizó una pequeña expedición integrada por Pablo Martín Retortillo, para hacer de intérprete y el alpinista Antonio Ubieto, con la intención, de solucionar todo lo antes posible y ayudar al máximo a los que habían sobrevivido. También esa despedida fue dura.

El lunes 21 de agosto, Lorenzo Ortas, José Garcés y Manuel Avellanas, tres de los supervivientes llegaron a Barcelona, a donde fueron a recibirles alrededor de 200 oscenses que viajaron hasta el aeropuerto de El Prat en autobuses. 

La llegada a Huesca fue impresionante. De noche, en la plaza de Navarra, justo delante del Casino, cargada de emoción, dolor, alegría por los vivos… pero de dolor, mucho, mucho dolor. Intenté acercarme a Pepe, pero tenía la mirada perdida, supe que no me reconocía y me aparté inmediatamente. Estaban literalmente destrozados.
Los cuerpos de Javier Escartín, Lorenzo Ortiz y Javier Olivar quedaron allí para siempre, era materialmente imposible recuperarlos. La naturaleza los atrapo, la  montaña quiso consumar su amor definitivamente con ellos.


El veinticuatro de agosto, se organizó un funeral en la catedral que resultó multitudinario, lo ofició, Javier Osés, el pastor de la diócesis, el que tantas veces había acompañado a Peña Guara a las Gorgas… me anoté sus palabras: "Las montañas son los lugares elegidos por Dios para comunicarse con el hombre. En esta ocasión, Dios ha elegido esta montaña para recibir en su reino a nuestros compañeros".
Estaba toda la ciudad. Recuerdo ver a las familias, a Julio Nogués, a Manolo Bara, a los de Montañeros de Aragón… ¡Quien me iba a decir entonces que luego les acompañaríamos nosotros en unos duelos que en realidad eran de todos!
Fue una tarde lluviosa, tristona, como no podía ser de otra manera. Parecía como si el cielo de Huesca no pudiese estar sino resentido.
Volví a acercarme a Pepe. Le di un abrazo. Me miró al fondo de los ojos… quiso reconocerme pero algo fallaba en su memoria. Le dije algo así como, no te preocupes, somos amigos, pronto volveremos a reírnos. A su madre, Dora le di un cariñoso abrazo y le expliqué…


            Meses más tarde, cuando Pepe fue capaz de contarme lo vivido, entendí que su mente llegara a perderse…  Pepe, Lorenzo Ortas, mi querido Manolo Avellanas y Manuel Ansón, a pesar de estar a semejante altura, llegaron a sufrir un auténtico descenso a los infiernos.


"¿Cuándo puede depender de un día? 
En ciertas condiciones todo, la vida"

Kurt Diemberger




Un recuerdo imborrable

No hay comentarios:

Publicar un comentario