TEMPUS FUGIT

Igual que nuestros antepasados se reunían y contaban historias, avatares cotidianos, "sucedidos", les llamaban... o aquellas cuestiones que les interesaban, me apetece utilizar este soporte contemporáneo, para hacer más o menos lo mismo. Y es que en el fondo muchas de las ansias de los seres humanos siguen siendo las mismas: amar, comunicar, tener cubiertas sus necesidades básicas... Y en medio de todo eso, el eterno dilema entre Ética y Estética para conseguir seguir adelante... para VIVIR.

miércoles, 30 de marzo de 2016

CUESTIÓN DE FORMAS...

Corresponsal, Victor Perental


























LA MAYOR PARTE DE LA GENTE CONFUNDE 
EDUCACIÓN CON INSTRUCCIÓN

Últimamente, anda una algo preocupada con esto de las relaciones humanas. La experiencia, le ha enseñado que es imposible contentar a todo el mundo, es más, que intentarlo, viene a ser sencillamente, propio de gentes sin criterio; pero también le inquieta observar, cómo algunos de los compañeros de éste viaje, que es la existencia, se van volviendo cada vez más susceptibles. Acaso a una misma le ocurra lo mismo, y no llegue a apercibirse, pero lo cierto, es que el personal salta a la mínima, y que en muy pocas ocasiones brinda la oportunidad de ofrecer una disculpa. ¿Será cosa de la edad? Eso intenté creer en un principio, pero, tras una exhaustiva observación (no científica, que todo hay que decirlo) de las edades de quienes me rodean, he llegado a la conclusión de que la edad no debe ser la causa.
Una intuye…, no sé cómo expresarlo, en fin, como si cada mañana, un invisible aspersor de riego programado, se pusiese en marcha pillando al personal por sorpresa, de modo, que en vez de agua, soltase ciertas gotitas de mal genio, en tal forma, que éstas, quedaran suspendidas en el ambiente hasta que de repente, una a una, ¡zas! les fuesen cayendo a determinadas personas en la cabeza y les imprimiesen el carácter del día (enojadizo, por supuesto). También las hay que pasan de todo (esto es, las personas, claro), y otras, que llevan dentro una ira, que aunque bien escondidita, cuando sale a flote, las hace reaccionar como las víboras si las molestas, inyectándote su veneno. Esto, creo yo, es, para estas personas, una forma de supervivencia, viven a la defensiva y sólo así, saben estar. El problema, es que como ese estar, es en compañía, a menudo, hacen daño a quienes les rodean.

Momentos de reflexión, Charles Sprague Pearce






















Dándole vueltas a la cabeza, me inclino a pensar, que más probable es que podamos andar escasos de respeto, y de eso, a lo que siempre se llamó, buena educación, de amabilidad, de bondad en definitiva. Un ejemplo, compro una barra de pan, casi a diario, sin cruzar una palabra con la panadera, ya que mientras tanto, ella, está el noventa por cien de las veces, colgada del teléfono, y se limita a tomar la barra, envolverla en un trocito de papel de seda y cobrarme, a la par, que me hace un mecánico gesto con la cabeza y los ojos… Me gusta ese pan, de lo contrario hace mucho que habría dejado de comprarlo allí.

En la Iglesia de Volemdam, Elizabeth Nourse
























      No suelo protestar de los jóvenes per se, gran parte de ellos, con los que he convivido muchos años, son gente sana, vivaz, a la que a menudo, echamos en cara lo mismo que nosotros hicimos o por el contrario, aquello que fuimos incapaces de hacer a su edad.  Pero ando con prevención si me acerco a alguna puerta junto a ellos. Desconocen aquello, del dejar salir antes de entrar y por supuesto, a la hora de acceder, ellos son los primeros. Su lógica debe indicarles que la agilidad es la que manda, y que en un mundo tan acelerado, facilitar la vida es sinónimo de ir con rapidez, por lo tanto… ellos los primeros y corriendo, viven en un perpetuum mobile. Y, claro todo esto, difícilmente casa con virtudes ciudadanas como la amabilidad, la bondad y el respeto.
La bondad, no deja de ser una inclinación a hacer el bien, una cualidad, que mantiene alerta a la persona para estar atenta a ayudar a aquel que lo necesite, y por tanto va muy ligada a la amabilidad. Ésta, que surge espontánea y sin esperar nada a cambio, consiste en ser afectuoso y generoso con los demás. Dar los buenos días, no deja de ser una muletilla para algunos, pero bien pensado, expresa un buen deseo, a la par que indica una mínima aspiración a comunicarse con el resto de los humanos, y esto a su vez, viene, entre otras cosas, a distinguirnos de los animales.

Juego de Damas, Max-Léon Moreau

Pero todas estas cualidades, han de ser aprendidas, ejercitadas y asimiladas desde niños. Por eso yo comenzaba citando el respeto, y la buena educación. No se trata de convertir la vida social, en un teatro, en el que las buenas formas sean tan sólo una fachada. Nada resultaría más cruel, porque si alguien paga entonces los platos rotos, suele ser casi siempre la parte más débil de la sociedad. Lo sabemos por experiencia, por la buena literatura y por la historia social. Sabemos también, que esto da más cancha a quienes viven una doble vida, o a quienes tienen un carácter deleznable con sus íntimos pero muestran fuera de casa su cara más amable. Los que así se comportan, los que guardan las formas, se ejercitan en eso que conocemos como “guardar las apariencias”, un burdo juego, en el que las reglas no son para todos iguales, y que por lo tanto no resulta aceptable.
Yo hablo de otra cosa. Siempre he creído, que para imponer la necesaria autoridad que requiere cualquier profesión o puesto familiar o social, no hace falta ser un maleducado. Se pueden dar los buenos días y contestar o soltar un muuummmm… incomprensible, o no contestar. También puedes tropezar con alguien y pedir perdón, o soltarle un improperio. Puedes dar las gracias cuando alguien te atiende o marcharte como un cerdito. En fin…

La Gobernanta, Eva Bonnier

Y no he querido hablar de cómo, el tolerar la mala educación y la grosería, va haciendo, que algunos individuos vayan degenerando en auténticos desconsiderados, irrespetuosos, que se van transformando en seres verdaderamente ofensivos, que terminan por ser muy difíciles de soportar. De allí a consentir que degenere su carácter si esto se les tolera habitualmente, no hay más que un corto trecho.


La mano, Emile Mundi




    Pero bueno, no vayamos a quedarnos con mal sabor de boca. Existe en nuestro entorno mucha gente que nos sorprende cada día, con una amplia sonrisa cuando dice buenos días, o con un sencillo o ¡gracias! Y sinceramente, es mucha: la puedes encontrar entre los vecinos, en quienes te atienden en tu centro de salud, o en el estanco, entre las cajeras de las tiendas y entre los amigos. La buena educación o la amabilidad, como ustedes prefieran, facilita la vida. El problema está precisamente, en que las excepciones dejan un sabor de boca muy amargo. Si les soy sincera, yo prefiero que convivir con gentes amables y sencillas, antes que con algunas grandes eminencias, que socialmente son unos auténticos pollinos, aunque tampoco conviene caer en tópicos, ser inteligente, no significa ser fea o feo, o poco sociable, maleducado etc…  o viceversa, que con esto también se ha hecho mucha pupa al personal.



NO ES LA APARIENCIA, ES LA ESENCIA. 
NO ES EL DINERO, ES LA EDUCACIÓN. 
NO ES LA ROPA, ES EL ESTILO. 
Coco Chanel


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