Esta mañana,
que curioso, cuando he visto el día gris y lluvioso, me he acordado del poema
de Machado:
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la
mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los
cristales.
Y es que cuando
era niña, en días como hoy, no me gustaba ir al colegio. Reconozco que soy de
esas personas que necesitamos el sol aún más que la comida, de tal modo, que en
los días grises, a mí me gustaría ser como un caracol, que en su caso, sin humedad
en el ambiente, cierra su costra, y espera días mejores, en el mío, con un sol
radiante que caliente mis huesos y alegre mis ojos. Pues bien, el caso es que
al rato, he comprobado, que un 22 de febrero murió en Coillure, mi admirado D.
Antonio Machado, que cosas. ¿Existe el azar…? A veces la mente se nos va por
vericuetos un poco incontrolables. No voy a entrar en explicar la biografía de
nuestro gran poeta, sería absurdo, cualquiera la conoce o puede encontrarla con
gran facilidad. En lo que sí me apetece detenerme, es en algunos aspectos de su
vida que siempre me han interesado. A pesar de haber nacido en Sevilla en 1875,
en 1883 se traslada con su familia a Madrid, y con 8 años, comienza a estudiar
en la Institución Libre de Enseñanza. Se rodea pues, de lo mejorcíto, de la
élite intelectual del país. A continuación, pasará a la pobreza al arruinarse su
padre en 1895. Tiene entonces una etapa en el Madrid bohemio del momento,
trabaja incluso como actor. Viajará a París en 1899 y 1902. Luego, formalizado
llega a Soria como profesor y conoce a Leonor Izquierdo, su gran amor, (ella
tenía 15 años y él 34), se casan en 1909, pero ella muere en agosto 1912. Él se
hunde y pide traslado a Baeza.
Pero se va radicalizando, en Baeza se ahoga y
vuelve a pedir traslado, esta vez a Segovia. Allí tiene mucho más ambiente, amigos,
tertulias, etc… conoce a “Giomar”, Pilar Valderrama, una burguesa de Madrid, poetisa,
casada, con tres hijos que será un amor clandestino.
Es en Segovia donde le
coge la llegada de la República, a él, un republicano significado, y se
traslada a Madrid. Fue iniciado masón en la logia Mantuana de Madrid A partir
de entonces, vive los avatares de republicanos y de la guerra civil, en compañía
de su familia, irán trasladándose, vivirán temporalmente en Valencia hasta su
partida al exilio. Su muerte fue muy trágica. Una huida tan lamentable como la
de cualquiera de las que vemos en los reportajes, con su madre, doña Ana Ruiz,
su hermano José y la esposa de éste, teniendo que abandonar las maletas por el
camino. A fin recabaron en Coillure, en la habitación nº 5 del hotel Hotel
Bougnol-Quintana donde falleció. En la cama de al lado estaba su madre, que ni
se enteró porque había entrado ya en coma…
Triste, muy
triste. Pero una vida como casi todas, con triunfos y profundas decepciones. Conocemos
bien los hechos por ser un famoso poeta de una reconocida familia de
escritores. Pero a mí, que me produce una inmensa pena, y que he visitado su
tumba, siempre me hace pensar en todos aquellos que cruzaron las fronteras para
acabar en campos de internamiento, en los que terminaron formando obligatoriamente
parte de la Legión Francesa, en los que fueron trasladados a campos nazis, en
los que no llegaron a cruzarlas… en tantos y tantos.
Y tampoco
puedo olvidar a lo que se quedaron, obligados a pasar una postquerra heladora, llena
de hambre, miseria, piojos y sobre todo de falta de dignidad. Y es que las
guerras no traen nunca buenas consecuencias, a pesar de que los vencedores,
sean del signo de sean, traten de disfrazarlos. De ellas siempre sale lo
mismos: Lutos que se hacen sufrimientos inagotables, poblaciones diezmadas, jerarcas
que se reparten el poder y un pueblo empobrecido que tarda décadas en volver a
revivir. Y eso sí, heridas infectas, con el pus del odio, que son más difíciles
de cicatrizar que otras enfermedades que se llevan a sus dueños a la tumba.
fotos www.antoniomachadoensoria.com/FOTOSMACHADO.htm#.VsrpW_LhDIUde http:/
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