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PROTEGEDME DE LA SABIDURÍA QUE NO LLORA, DE LA FILOSOFÍA QUE NO RÍE Y DE LA GRANDEZA QUE NO SE INCLINA ANTE LOS NIÑOS.
Khalil Gibran
No puedo evitar estremecerme al escuchar en las noticias, como las autoridades europeas, siguen sin dar solución al problema de los refugiados que huyen del conflicto sirio. Sin ir mas lejos, en Grecia, donde mantienen una situación interna muy enmarañada, se amontonan alrededor de 25.000 personas guarecidas, y se estima que cada día llegan hasta de 3.000 más.
Una Grecia empobrecida, que se siente cada vez más abandonada, frente a los restos de una Europa, que incapaz de tomar acuerdos como tal, permite, que determinados países establezcan libremente y de forma unilateral sus políticas migratorias. Mientras, se da la circunstancia de que el comisario europeo de inmigración, es un griego, Dimitris Avramopoulos.
Una Grecia empobrecida, que se siente cada vez más abandonada, frente a los restos de una Europa, que incapaz de tomar acuerdos como tal, permite, que determinados países establezcan libremente y de forma unilateral sus políticas migratorias. Mientras, se da la circunstancia de que el comisario europeo de inmigración, es un griego, Dimitris Avramopoulos.
No quiero entrar en los entresijos de la política económica que se ha seguido en Grecia en los últimos años. A la vista está, que el resultado ha sido un desastre. Pero yo modestamente, suscribo aquello que escribió el gran mexicano Juan Rulfo:
"Nos salvamos Juntos
O nos hundimos separados"
Quo vadis Europa?
Nana para una refugiada siria
A la nanita nana duérmete niña,
que en la noche enlutada, todo retumba,
para que no te hieles, cubro tu cuerpo
con retales de caucho, niña del alma.
A la nanita nana velo tu sueño,
mientras con hambre y frío yo te amanto,
pero no sale leche, flor de mi vida
tan solo algunas gotas ya muy albinas.
Ay! si yo te encontrase un pastel baclava,
desmigado en mi boca te lo daría,
y esa mirada opaca con que me buscas,
sutil renacería, y nos calmaría.
Víveme vida mía, vive hasta el alba,
yo correré temprano a por un mendrugo,
pues aunque sea escaso, te dará aliento,
víveme y no te me mueras, niña del alma.
Que juntas hemos hecho esta larga huida,
contigo el desamparo se me limita,
y tienes que vivirme, pequeña mía,
porque si tú te mueres, a mí me matan.
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