TEMPUS FUGIT

Igual que nuestros antepasados se reunían y contaban historias, avatares cotidianos, "sucedidos", les llamaban... o aquellas cuestiones que les interesaban, me apetece utilizar este soporte contemporáneo, para hacer más o menos lo mismo. Y es que en el fondo muchas de las ansias de los seres humanos siguen siendo las mismas: amar, comunicar, tener cubiertas sus necesidades básicas... Y en medio de todo eso, el eterno dilema entre Ética y Estética para conseguir seguir adelante... para VIVIR.

domingo, 21 de febrero de 2016

ADDIO UMBERTO



UMBERTO ECO


Ayer sábado conocía por los noticiarios la muerte de Umberto Eco, leo en internet que el fallecimiento se produjo la noche del viernes, a sus 84 en Milán, donde residía. Sin dramas, porque todos tenemos la hora marcada, no me resisto a hacerle un pequeño homenaje, que no pretende caer ni en el adanismo, ni en esa arraigada costumbre, de loar a todo aquel que muere. Parece como si en vida, uno fuese un muñeco de guiñol expuesto tanto a besos como a golpes, y que una vez fallecido, su existencia pasara a entrar en el gran teatro de las bondades, loas y sutilezas. Pero es que a mí, Umberto Eco, siempre me pareció un intelectual de los de verdad. Confieso que lo conocí a través de la famosísima novela “El nombre de la Rosa”, que llegó a gustarme tanto, que me la encuaderné, junto con la “Apostillas al Nombre de la Rosa” con un hermoso papel y cuero y para ambas hice una caja a juego. Cursi que es una. 

Pero cuando leí “Apocalípticos e Integrados”, a pesar de que era más antiguo, del año 1965, que confieso tuve que releer para sacarle todo el jugo, fue cuando comencé a conocerle. Inolvidable de mi época de estudiante su “Cómo se hace una Tésis”… Luego le fui siguiendo en artículos. Y disfruté con “El péndulo de Foucaul”, con “La Isla del día de antes”, “El príncipe Baudolino”, “El cementerio de Praga”, “Historia de la Belleza”…  Su carrera profesional como filólogo, lingüista, filósofo… En el campo de la semiótica, destacan “La estructura ausente” de 1968, y “El gran Tratado de Semiótica General”, de 1975. Afortunado porque vió reconocida su labor, trabajo y colaboró en la mejores Universidades, miembro del Foro de Sabios de la UNESCO desde 1992, Doctor Honoris causa por más de 26 Universidades,  recibió premios como el Príncipe de Asturias en el año 2000, y muchos más. Además, ofició como reconocido periodista…
Él, sí que era un universitario en el más amplio sentido de la palabra A pesar de haber abandonado la religión católica, tras haber pertenecido a Acción Católica en su juventud, era un hombre, profundamente abierto y respetuoso. En el año 2005, se publicó la versión española del libro “¿En qué creen los que no creen? Un diálogo sobre la ética en el final del Milenio”, en temas de Hoy. Una verdadera delicia en la que se aprende no solo por el contenido, sino por algo muy importante, el saber dialogar…
En fin, la prensa dirá muchas más cosas, pero sinceramente, algo me ha impulsado recordar a Umberto Eco ahora que nos ha dejado, que allá dónde esté, vele por nuestra apertura mental y por evitar que caigamos en los dogmatismos.                                                                                    








 









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