
UMBERTO ECO
Ayer sábado
conocía por los noticiarios la muerte de Umberto Eco, leo en internet que el
fallecimiento se produjo la noche del viernes, a sus 84 en Milán, donde
residía. Sin dramas, porque todos tenemos la hora marcada, no me resisto a
hacerle un pequeño homenaje, que no pretende caer ni en el adanismo, ni en esa arraigada
costumbre, de loar a todo aquel que muere. Parece como si en vida, uno fuese
un muñeco de guiñol expuesto tanto a besos como a golpes, y que una vez
fallecido, su existencia pasara a entrar en el gran teatro de las bondades, loas y
sutilezas. Pero es que a mí, Umberto Eco, siempre me pareció un intelectual de
los de verdad. Confieso que lo conocí a través de la famosísima novela “El
nombre de la Rosa”, que llegó a gustarme tanto, que me la encuaderné, junto con
la “Apostillas al Nombre de la Rosa” con un hermoso papel y cuero y para ambas
hice una caja a juego. Cursi que es una.

Pero cuando leí “Apocalípticos e Integrados”, a pesar de que era más antiguo, del año 1965, que confieso tuve que releer para sacarle todo el jugo, fue cuando comencé a conocerle. Inolvidable de mi época de estudiante su “Cómo se hace una Tésis”… Luego le fui siguiendo en artículos. Y disfruté con “El péndulo de Foucaul”, con “La Isla del día de antes”, “El príncipe Baudolino”, “El cementerio de Praga”, “Historia de la Belleza”… Su carrera profesional como filólogo, lingüista, filósofo… En el campo de la semiótica, destacan “La estructura ausente” de 1968, y “El gran Tratado de Semiótica General”, de 1975. Afortunado porque vió reconocida su labor, trabajo y colaboró en la mejores Universidades, miembro del Foro de Sabios de la UNESCO desde 1992, Doctor Honoris causa por más de 26 Universidades, recibió premios como el Príncipe de Asturias en el año 2000, y muchos más. Además, ofició como reconocido periodista…

Pero cuando leí “Apocalípticos e Integrados”, a pesar de que era más antiguo, del año 1965, que confieso tuve que releer para sacarle todo el jugo, fue cuando comencé a conocerle. Inolvidable de mi época de estudiante su “Cómo se hace una Tésis”… Luego le fui siguiendo en artículos. Y disfruté con “El péndulo de Foucaul”, con “La Isla del día de antes”, “El príncipe Baudolino”, “El cementerio de Praga”, “Historia de la Belleza”… Su carrera profesional como filólogo, lingüista, filósofo… En el campo de la semiótica, destacan “La estructura ausente” de 1968, y “El gran Tratado de Semiótica General”, de 1975. Afortunado porque vió reconocida su labor, trabajo y colaboró en la mejores Universidades, miembro del Foro de Sabios de la UNESCO desde 1992, Doctor Honoris causa por más de 26 Universidades, recibió premios como el Príncipe de Asturias en el año 2000, y muchos más. Además, ofició como reconocido periodista…
Él, sí que
era un universitario en el más amplio sentido de la palabra A pesar de haber
abandonado la religión católica, tras haber pertenecido a Acción Católica en su
juventud, era un hombre, profundamente abierto y respetuoso. En el año 2005, se
publicó la versión española del libro “¿En qué creen los que no creen? Un
diálogo sobre la ética en el final del Milenio”, en temas de Hoy. Una verdadera
delicia en la que se aprende no solo por el contenido, sino por algo muy
importante, el saber dialogar…
En
fin, la prensa dirá muchas más cosas, pero sinceramente, algo me ha impulsado recordar
a Umberto Eco ahora que nos ha dejado, que allá dónde esté, vele por nuestra
apertura mental y por evitar que caigamos en los dogmatismos.

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