Cada vez vivimos más, pero eso no significa que lo hagamos mejor. Las demencias, y unas cuantas enfermedades, que por lo demás, no son exclusivas de la vejez, penden sobre nosotros como una espada de Damocles. Por desgracia, nuestras formas de vida y nuestros servicios sociales, todavía no se han adaptado a la nueva realidad. Se parchean las situaciones como buenamente se puede. Surgen tensiones familiares, sufrimientos sicológicos y problemas económicos derivados del cuidado de los enfermos... y eso en situaciones que podríamos tachar de "normales". Porque en ocasiones, algunos ancianos y enfermos son literalmente abandonados o acaban viviendo en unas condiciones que pueden considerarse como carentes de total humanidad.
Ofelia de John Everett Millais
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Mi madre lleva años enferma de alzheimer. Un día, desde el dolor y la impotencia le escribí el poema que aparece abajo y que hoy comparto con vosotros. Doy por sabido su carencia de calidad poética, pero creo que todos aquellos que saben de este tipo de enfermedades, podrán interpretarlo.
Princesa de los Sueños
Duerme, mi amada
Princesa de los Sueños, duerme.
Me turba contemplar
su rostro, tan cercano y a la par tan alejado.
¿Con que
sueñas Princesa?
Tanto tiempo
llevas mecida por la nana del interludio,
que en
ocasiones me cuesta rescatar de los recuerdos,
como fuiste,
como eras, de tan llena de vitalidad y de alegría.
Recurro
entonces a mi memoria, a veces casi tan dispersa
como el
cereal que se avienta tras la trilla,
y entonces me
quedo con el grano,
con todo lo
mejor que hemos compartido.
Mi amada
Princesa de los Sueños,
¿Cómo
llegaste a tal fragilidad, que ni la Princesa del Guisante te hace sombra?
¿En qué
praderas trotan los bisontes de tu mente?
¿Hacia dónde
te han llevado?
No sabes cuánto
evoco tu ternura, añoro incluso alguna reprimenda…
Todo con tal
de tenerte entre nosotros.
Pero lo que sostengo
entre mis brazos,
lo que solo tan
suavemente puedo besar y acariciar
me obliga a
una praxis que se impone.
¡Y que
amargo es esto de empezar a elaborar duelos por muertos que todavía viven!
Cuantas
preguntas sin respuestas,
cuanto
tiempo derrochado, amada Princesa de los Sueños.
Sólo, de
tarde en tarde me consuela, que la realidad se ha vuelto tan amarga,
que prefiero
que no puedas ya palparla, y que solo mediante mimos y cuidados,
te mantengas
como párvulo recién llegado al mundo,
ajeno e
ignorante a la vida que le rodea y al futuro que le espera.
Por eso
mientras puedas: Duerme, mi amada Princesa de los Sueños, duerme.
Precioso poema Carmen
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